Cuando estaba en el colegio, me enseñaron una de las oraciones más sencillas y hermosas de las que puedo recordar, la recé a lo largo del tiempo mientras iba creciendo, y recientemente la he redescubierto, ahora ya siendo adulta puedo entender con mayor claridad el sentido y alcance de la misma, ser un instrumento de paz y llevar amor, luz, comprensión y alegría donde sea que uno se encuentre es de las cosas más poderosas que se pueden hacer, es un regalo, un don que todos deberíamos tener, aquí les comparto esta simple, pero profunda plegaria que transforma vidas:
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio,
ponga yo el amor.
Que donde haya ofensa, ponga yo el perdón.
Que donde haya discordia, ponga yo la unión.
Que donde haya error, ponga
yo la verdad.
Que donde haya duda, ponga yo la Fe.
Que donde
haya desesperación, ponga yo la esperanza.
Que donde haya tinieblas, ponga
yo la luz.
Que donde haya tristeza, ponga yo la alegría.
Oh Señor, que
no busque ser consolado, sino consolar,
que no busque ser comprendido,
sino comprender,
que no busque ser amado, sino amar.
Porque es dando como recibo,
es olvidándome de mi mismo como me encuentro,
es
perdonando, como soy perdonado,
y es muriendo en tí como nazco para la vida
eterna.
(Autor desconocido, aunque se le atribuye a San Francisco de Asís)
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